Derivado de la devoción popular, bien pronto se asignaron a San Antonio varios patronazgos: por un lado, los relacionados con la salud (ergotismo, dolor de muelas, herpes, peste, escorbuto, etc.); por otra, con los oficios (guanteros, esquiladores, tejedores, labriegos, carreteros, carniceros, cesteros, alpargateros, enterradores, taberneros...), algunos de los cuales practicó el santo. Y, finalmente, como protector de los animales, sobre todo de los de labor.
La actual Confraria de la Santantonà en Forcall es, por lo tanto, la continuidad de una asociación de fieles devotos, fundada en 1388 en Morella por el rey Juan I, en la cual consta que tiene que prevalecer la fraternidad; cosa que dice su etimología, cum fratre "con el hermano". Sus funciones: culto público, obras de piedad, fomento, cómo hemos dicho, de la vida más perfecta con la penitencia, la celebración de la fiesta, la caridad y dar de comer a los pobres, al menos el día de la festividad, sufragios, fundaciones de misas, etc. Igualmente, acompañar los cofrades muertos con velas encendidas. Desde el año 2000 se ha dado un buen empujón a la cofradía -ya como asociación cultural- con la finalidad i/o el objetivo de dinamizar sus funciones, según nos cuenta Joaquín Segura Ferrer.
R. Monferrer (1976), médico, investigador y buen amigo, ha encontrado los documentos de las cofradías de Cinctorres, Forcall, Vilafranca, Portell, Catí, Vallibona... del mismo año, donde figuran los estatutos o ordinaciones que constan de 45 capítulos con los derechos y deberes de los cofrades, así como detalles sobre la celebración de la fiesta.
Este es, pues, nuestro santo -y su cofradía- en el entorno del cual se desarrolla toda la Santantonà, una fiesta compleja, si se quiere, de viejas raíces y nuevas ilusiones que nos ofrece una cantidad de actos de ancho significado y profundo simbolismo que desvelaremos despacio.