Vida de san Antonio
De San Antonio conocemos muchas cosas históricas que su más destacado hagiógrafo, San Atanasio el Grande o también de Alejandría, nos dejó escritas. Después, esta biografía ha sido tratada por varios autores, escritores, poetas, folkloristes, novelistas y en obras teatrales. Nosotros, en otro lugar, hicimos un resumen de su vida, el cual transcribimos a continuación.
San Antonio es un santo que ha sido honorado en los pueblos de nuestras comarcas castellonenses al menos desde el siglo XIV en que aparece documentada su devoción en las cofradías de aquel tiempo de la comarca dels Ports. Por otro lado, en el Sínodo diocesano, celebrado en Tortosa el 1311, se instituyó, junto con las fiestas de San Julián y de San Blay, la de San Antonio, según nos dice el historiador morellano Segura Barreda (1868). Desde entonces hasta hoy casi nunca ha dejado de celebrarse su festividad cada año en los días fríos del invierno: el 16 por la noche la fiesta de fuego, de los animales y de las comparsas, y el 17 la religiosa en conmemoración de su muerte en 356, cuando contaba 106 años.
La vida de nuestro santo la conocemos por el relato hagiográfico de su coetáneo, San Atanasio, el cual nos dice que nació alrededor del 250 a la antigua ciudad de Coma -hoy Quaeman-el-Arous- bien cerca de Heracleópolis, al sur de la ciudad de Menfis, en la Egipto central.
Cuánto contaba veinte años, murieron sus padres y, entonces, el joven Antonio confió su hermana a una comunidad de vírgenes, distribuyó todos los corderos a los pobres y se retiró al desierto, después a Pispir, al lado de la antigua Tebas; de allí en la montaña Qolzoum, cerca del Mar Rojo, donde fundó el monasterio de Deir-elArab, una comunidad de anacoretes.
Allí, la vida del santo estuvo marcada por la soledad, la oración y el sacrificio, especialmente por las tentaciones del Demonio. Todo esto inspiró a poetas y escritores obras literarias y teatrales que aún hoy son representadas en algunos lugares de nuestras comarcas con fines moralizantes.
También se destacó como teólogo en la lucha contra la heregia arriana y como guía de almas descaminades, dando siempre sabios consejos a todo el mundo.
Su ancho patronazgo comprende varios gremios: guanteros, tejedores, panaderos, esquiladores, pelaires, taberneros, carniceros, cesteros, enterradores... Se le asigna una función tutelar de los animales -especialmente los de labor- y también de abogado contra algunas enfermedades como el llamado "fuego de San Antonio".